martes, 17 de agosto de 2010

El centenario de “Panchito” Izquierdo Ríos. Por Darío Vásquez Saldaña. Saposoa, Huallaga, San Martín unidos en el Homenaje

Saposoa, la capital de la provincia de Huallaga, se apresta a celebrar el centenario del creador literario más importante y fecundo del departamento de San Martín.

Francisco Izquierdo Ríos nace en Saposoa el veintinueve de agosto de 1910 y muere en Lima el veintinueve de junio de 1981, siendo Presiente de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA). Junto a Jenaro Herrera Torres y Arturo Demetrio Hernández, ocupan el pedestal de privilegio en la literatura de toda la amazonía peruana.

Sus padres fueron don Francisco Izquierdo López y doña Silvia Ríos Seijas, quienes lo llevan a la ciudad de Moyobamba en 1919, para concluir sus estudios de primaria. La culminación de la secundaria como alumno sobresaliente en el Colegio Nacional San José (hoy Serafín Filomeno), le permite acceder a la beca otorgada por el Ministerio de Educación, en 1927, para realizar sus estudios superiores en el Instituto Pedagógico de Varones de Lima, donde se gradúa como Profesor de Primaria en 1930.

Mientras estudiaba en el Pedagógico, su espíritu inquieto y combativo le lleva a vincularse con los grupos de vanguardia de aquel entonces, llegando a conocer al gran Amauta José Carlos Mariátegui, con quien colabora en la capacitación y organización de los obreros para fundar la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) y el Partido Comunista del Perú.

En marzo de 1931 inicia sus labores en la docencia en el distrito de Soritor. Su inquietud social y política le impulsa a fundar, en Moyobamba, el Centro Cívico Popular, con el fin de capacitar a la población en sus deberes y derechos ciudadanos, consiguiendo una asistencia masiva a sus charlas. Los esbirros del gobierno, en 1932, acusándolo de preparar una revolución comunista, allanan el local y lo apresan para enviarlo al penal de El Sepa; pero el apoyo y la solidaridad del pueblo logran su absolución, consiguiendo su reposición en el departamento de Amazonas: Chachapoyas, Rodríguez de Mendoza, Lamud, Jumbilla y Luya conocen de su labor docente y de su militancia política. De Luya es enviado, en 1939, como Inspector de Educación de Yurimaguas, de donde es trasladado, con el mismo cargo, a la ciudad de Iquitos. Aquí concluye su peregrinaje en provincias, al asumir, en 1942, la Jefatura del Departamento de Información del Ministerio de Educación, en Lima.

Pero Francisco Izquierdo Ríos, como Maestro de Escuela, en todos los lugares donde le toca trabajar, deja constancia de su clara posición socialista, denunciando el abandono y la injusticia que sufren los trabajadores del campo; pero también la huella imborrable de su notable pluma, lo que más tarde le llevaría a ser considerado como uno de los más altos exponentes de la narrativa peruana. En Luya publica el periódico escolar “El luyano” y también escribe sus primeros libros; en Yurimaguas dirige el periódico regional “El remo”. En Iquitos funda “Trocha”, la revista señera y gran animadora de la vida cultural de la capital loretana; a través de ella realiza una intensa labor para la celebración del cuatricentenario del descubrimiento del río Amazonas.

Francisco Izquierdo Ríos escribió más de veinte títulos, entre novelas, cuentos, estampas folclóricas y costumbristas, ensayos, tradiciones y relatos infantiles: “Cuentos del tío Doroteo”, “Mateo Paiva, el maestro”, “Muyuna”, “Belén”, “Sinti el viborero”, “Los cuentos de Adán Torres”, “Días oscuros” y “Voyá”, son algunos de ellos. La fuente inagotable de su narrativa emana de la fuerza telúrica de la naturaleza y del palpitar cotidiano de la comunidad; de ellas brota el influjo que marcan su prosa natural, ágil y sencilla para “escribir de modo natural como crece la hierba del campo”, decía él.

Bosques y ríos, árboles y pájaros, ciénagas y lomadas; pero también las vivencias dramáticas de los trabajadores del campo: leñadores, pescadores, cazadores, curanderos, artesanos, maestros rurales, discurren en cada una de sus obras como desafiantes escenarios, y como personajes que aman, trabajan y luchan por la liberación de los sufridos forjadores de la nueva Amazonía Peruana.

En 1946, conjuntamente con José María Arguedas, publican “Mitos, leyendas y cuentos peruanos”. Francisco Izquierdo Ríos es para el folclor selvático lo que José María Arguedas es para el folclor andino. Pero el reconocimiento nacional a su talento literario le ha de llegar por sus dos creaciones: la novela “Gregorillo” (1955), que le hace merecedor al segundo premio en el Concurso Nacional de Novela, y “El árbol blanco” (1963), el libro de cuentos para niños, galardonado con el Premio Nacional de Fomento a la Cultura “Ricardo Palma”. La premiación y publicación de su cuento “Gavicho”, por la Editorial Doncel de España, en el año 1965, fue el momento culminante de su consagración internacional.

El VIII Encuentro Nacional de Escritores “Manuel Jesús Baquerizo”, convocado por el Gremio de Escritores del Perú en la ciudad de Huamachuco, en octubre pasado, en homenaje al Centenario del escritor peruano de talla mundial, Ciro Alegría Bazán, acordó que el IX Encuentro se lleve a cabo este año en la ciudad de Tumbes, en homenaje al Centenario de Francisco Izquierdo Ríos.

Ningún pueblo de la amazonía peruana debe soslayar la efemérides de uno de sus más queridos escritores. El profesor Armando Peñaherrera Dávila, Delegado Provincial del Instituto Nacional de Cultura de la provincia de Huallaga, ha puesto a caminar sus mejores proyectos para la celebración del Centenario del más célebre de los hijos de Saposoa; pero ningún esfuerzo individual ha de ser suficiente para rendirle el homenaje que se merece. Francisco Izquierdo Ríos no le pertenece sólo a Saposoa, le pertenece al Perú, pero sobre todo a la amazonía peruana, por lo tanto, el homenaje debe ofrecerse y sentirse en todos los departamentos de la Selva: Madre de Dios, Ucayali, Loreto, San Martín y Amazonas. Del gobierno central no hay nada que esperar; está muy ocupado en “no molestar a los hermanos chilenos”; haciendo todo lo que pueda para subastar a nuestra amazonía y de encubrir la matanza de Bagua, crimen del que algún día tendrán que pagar sus responsables. El año pasado, el Centenario del autor de “El mundo es ancho y ajeno”, un clásico de la literatura universal, pasó tan ignorado como si nuestro gran Ciro Alegría fuese de otro país; una prueba más del carácter antinacional del gobierno aprista, tanto en lo económico como en lo cultural.

Es la hora del Gobierno Regional de San Martín. Su presidente, el Lic. César Villanueva Arévalo, debería convocar de inmediato a los gobiernos provinciales y a todas las instituciones que tengan que ver con la cultura: Colegios, Institutos Superiores y Universidades; cuya participación le daría la significación regional a la celebración del Centenario. Convocar a los intelectuales y escritores que conocen la obra del ilustre saposoíno, con el fin de promover conferencias y concursos de revaloración y difusión de su narrativa.

La invitación al Gremio de Escritores del Perú, para que convoque al IX Encuentro Nacional de Escritores en la ciudad de Saposoa, le daría el lustre y la dimensión nacional que Francisco Izquierdo Ríos se merece en su Centenario. Pero también es la hora del SUTEP (el combativo sindicato del magisterio peruano), que tan merecida ejecutoria tiene en la lucha social y reivindicativa, para involucrarse en la lucha por la identidad regional, la belleza y la cultura, convocando en el mes de agosto a una movilización regional de sensibilización y difusión de la obra de Francisco Izquierdo Ríos.

Este año, al menos, las promociones de los colegios y los Institutos Pedagógicos deberían llevar la denominación “Francisco Izquierdo Ríos”; que yo sepa, ningún centro educativo de Saposoa lleva el nombre de su hijo predilecto. De igual forma, la Biblioteca Municipal de Saposoa debe reabrirse de inmediato, reinaugurándolo con el nombre de Francisco Izquierdo Ríos; sólo la indolencia o la repulsión a la cultura por parte de las autoridades puede mantener cerrado un centro del saber, donde tantos libros hemos leído en nuestra época de estudiantes.

Pero cualquier homenaje a Francisco Izquierdo Ríos pasará como un simple relumbrón efímero y anecdótico, si es que no se proyecta mantener vivo su legado y su testimonio, difundiéndolo en las nuevas generaciones, y eso pasa porque el Gobierno Regional tenga que sacar una reimpresión especial de su sobra para distribuirlo en los centros educativos de la región.

Todo esto es factible, salvo mejor parecer.

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