lunes, 12 de diciembre de 2011

¿Boceli, estás alucinado? Por Paul Guillén

El libro como libro de vanguardia que intenta rompernos unas básicas de la comunicación se valen por ejemplo de historias más o menos rastreables, no en vano un redactor del diario La República califica al poemario “Alucinado” como un libro de narrativa, me gustaría remarcar tres aspectos que me interesan en este libro:

1. La tradición literaria con la cual dialoga.
2. El manejo de la ironía unida a un cierto vanguardismo y a un cierto coloquialismo.
3. La relación del cuerpo con el amor y las máquinas, aquí me refiero por ejemplo a elementos de la vía moderna, como un automóvil.

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El primer punto lo desarrolla así. Boceli viene de cierto Vallejo, cierto Carlos German Belli y de Luis Hernández, más conocido, más irónico, y más negro, me refiero al humor negro y al otro negro también. ¿Por qué digo cierto Vallejo?, me refiero al Vallejo de Trilce y el Vallejo de los giros coloquiales inesperados; digo cierto Belli, porque me refiero al primer Belli, el Belli de los juegos fónicos, el Belli experimental de su primer libro titulado poemas de 1958, pero también al Belli de registro coloquial que todos conocemos, por ejemplo “Oh Hada cibernética” de 1961; para muestra un botón, en un poema Boceli utiliza la palabra “descuajeringada”; si recordamos Belli tiene un famoso poema donde utiliza esta expresión coloquial “descuajeringándome hasta las cachas”. Pero también la unión de palabras coloquiales, del uso diario con lenguaje especializado por ejemplo la “Cibernética”, decíamos que Belli hace 50 años utilizaba la palabra cibernética, hoy es una palabra que la utilizamos todos los días. Y en tercera instancia siguiendo con este rollo de la tradición literaria con el cual dialoga el libro me refiero a Luis Hernández, el más fumón, el más juerguero, el más pendejo, “soy Billy the kid, etc”.

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Veamos, la tradición que he mencionado participa por igual de estas dos vertientes, pensemos en Trilce de Vallejo, en cualquier poema de Belli y en Vox Horrísona de Hernández, esta conjunción de vanguardia con el coloquialismo nos está hablando de la prevalencia de cierto lenguaje, mucha gente dice que el poeta más irónico es Cisneros, eso yo lo veo como majaderías de un chico de barrio que no le gusta llamarse, es lo contrario de lo que se percibe en Vallejo, Belli o Hernández; aquí la ironía puede dar risa, pero también pena, es más sutil cuando no debe serlo y cuando debe ser sutil es recontra lanza. Todos estos elementos los detecto muy bien en “Alucinado”. Podría dar ejemplos, pero prefiero que Lucho después nos lea sus poemas.

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Aquí quisiera hacer un paréntesis para remarcar el lenguaje cinematográfico del libro, quizás por ello el redactor de La Republica pensó que se trataba de un libro de narrativa, ¿esta afirmación es un elogio o un insulto?, yo pienso que en el tiempo que vivimos es un gran elogio, ese factor de indefinición, ambigüedad, de aglutinamiento está muy de acuerdo con la vida que vivimos cada uno de nosotros…

Bueno y el texto sigue, que lo siga leyendo…

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